Columnista: Jorge Enrique Pava Quiceno.
En mayo de 2016 el entonces concejal, Carlos Mario Marín, montó un show pueril en el recinto del Concejo, entrando aparatosamente con unos cartones que representaban un cheque en blanco y, agitando una chequera, reclamándoles a sus compañeros por las facultades que supuestamente le iban a dar al alcalde dentro del plan de desarrollo 2016-2019. Tanta fue su pataleta que se hizo acreedor a una sanción del presidente, quien le suspendió el derecho a la palabra, lo que utilizó para uno de sus innumerables berrinches que hoy lo tienen como alcalde de Manizales.
¿Qué presenta hoy la administración dentro de un Plan de Desarrollo plagado de vicios, ilegalidades y violaciones procedimentales? Veamos: ARTÍCULO 26: AUTORIZACIÓN TEMPORAL PARA ESTABLECER LA ESTRUCTURA DE LA ADMINISTRACIÓN: En el marco de la actual crisis sanitaria, social y económica COVID 19, y con el fin de generar ahorros, el Alcalde podrá, por el término de doce (12) meses modificar la estructura orgánica de la Administración Municipal, y las funciones de sus dependencias, las escalas de remuneración correspondientes a las distintas categorías de empleos; crear, suprimir o fusionar entidades descentralizadas y la constitución de sociedades de economía mixta…”; “ARTÍCULO 29: ENAJENACIÓN DE ACTIVOS: La administración municipal podrá enajenar, conforme las disposiciones legales aplicables en la materia, los bienes inmuebles que considere necesarios para financiar Políticas, Programas y Metas del Plan…”; “Artículo 32. AUTORIZACIÓN PARA CONTRATAR: Se autoriza al alcalde de Manizales para suscribir convenios, y contratos cuya finalidad sea el cumplimiento de programas y metas del Plan de Desarrollo… A su vez autorizase al alcalde para suscribir contratos de empréstito, de acuerdo con los recursos del crédito establecidos en el plan financiero…”. Todo esto, además de la intención de crear nuevos impuestos arrogándose facultades exclusivas del legislativo.
Es decir: una administración que ha demostrado su desconocimiento legal, procedimental, ético y económico, pretende descaradamente que el Concejo se despoje de sus funciones y se las traslade a ella para que disponga de bienes, servicios, contratos, burocracia y presupuesto, y allanar hasta las del Congreso de la República. ¡Increíble!
Pero aquí lo absurdo no es que el alcalde pretenda apoderarse de todas las atribuciones administrativas, financieras, económicas y dispositivas que le corresponden al Concejo (al fin y al cabo nada distinto podemos esperar de una administración egocéntrica, narcisista y desbordada); lo verdaderamente absurdo es que estamos ad portas de que las mayorías del Concejo se lo aprueben. Estamos ad portas de ver cómo una corporación cuyo prestigio debería recuperarse, hoy se minimiza y se doblega ante un alcalde inseguro, débil, ignorante de lo público e improvisador, pero artero y mañoso para salirse con las suyas.
¿Por qué ceder sus atribuciones? ¿A qué le temen los concejales que van a entregar sus funciones constitucionales? ¿Qué puede perseguir un concejal al despojarse de sus funciones y entregárselas al alcalde? ¿Esto no será, en la práctica, un fraude del concejal con sus electores, quienes depositaron su voto confiando en que protegería los dineros públicos con su ejercicio, y hoy decide declinar? ¿Para qué quedará sirviendo un Concejo que ha entregado o permutado sus poderes con quien debería controlar? ¿Qué sentido tiene seguir sosteniendo unos concejales sin funciones, sin autoridad moral, sin responsabilidad, sin carácter y sin principios?
Debo aclarar que, por fortuna, hay concejales que no están de acuerdo con esta especie de usurpación consentida, y que vienen expresando públicamente su inconformismo. Pero parece que son minoría y nada podrán hacer frente a la seductora burocracia, el presupuesto y los beneficios que se obtienen estando al lado de quien los administra.
¿Dónde quedó ese concejal que lloraba porque sus compañeros iban a hacer lo que hoy con el mayor descaro y desvergüenza él pretende? ¿Qué tienen para decir los gremios, la sociedad civil y las entidades que dicen luchar por la moralidad y la decencia? ¿Qué tiene para decir la moralista secretaria de gobierno, Ruiz Vera, sobre las mañas de su patrón? ¿O es que ahora sí son buenas porque nacen de su seno?