Columnista.
Omar Andrés Reina M.Viajador y Contador de Historias
Líder de cambio, escritor, político, viajero y promotor de causas colectivas. Administrador de Mercadeo, Especialista en Economía Urbana y Regional, Magister en Estudios Políticos.
Durante los pasados meses, he sido rechazado en varios procesos para encontrar trabajo, porque mi experiencia laboral no es la experiencia laboral específica que están buscando; es decir que pareciera que sé mucho, pero no sé lo que debería saber, sino que sé muchas cosas que no me sirven para esos trabajos. Además, la última semana de clases que recién terminó, fue particularmente difícil para mí.
Tratar de aprender modelos de planeación económica a través de aplicaciones que requieren conocimientos previos en programación y manejo profundo de sistemas, me hizo dudar de la fortaleza de algunos de mis conocimientos.
Llevo acumulados más de quince años de experiencia, he ocupado varios espacios directivos; me he preparado en áreas del conocimiento muy amplias, estudiando con dedicación y esmero; en cada lugar donde he trabajado, intenté materializar resultados. Al parecer, no logro reunir las condiciones que se exigen para perfiles como el mío. No alcanzo a entender muy bien porque el modelo educativo pareciera ir en contravía de lo que necesita el mercado laboral.
Legisladores de varios países como Estados Unidos, Eslovenia, Finlandia, Singapur, Japón e Israel, revolucionaron el concepto educativo al agregar una habilidad fundamental a las tres más convencionales que son: la lectura, la escritura y la aritmética. Se trata de la programación. Se presentaron varias propuestas en varios países que permitieron a los estudiantes inscribirse en cursos sobre lenguajes de programación como JavaScript y Python en lugar de inscribirse en cursos tradicionales de inglés y otros idiomas extranjeros.
Yo propondría ir un poco más allá, las actuales circunstancias nos han confrontado con profundas diferencias entre lo que aprendemos y lo que usamos realmente en la vida diaria. Mientras los niños y jóvenes intentan educarse desde sus casas; mientras los profesores se esfuerzan por impartir lecciones de calidad; se han ido descartando muchos contenidos de los planes de estudios de colegios y universidades. Se han dejado de dar cursos y temas que sobran, porque no son fundamentales, que pasan de irrelevantes y que en épocas normales llenaron horas y horas de clase, trabajos y exámenes, para nada.
Qué tal si en los establecimientos educativos empezáramos a enseñar cursos sobre Inteligencia Emocional; les daríamos a los estudiantes conciencia sobre el ser, aprendiendo a manejar sus relaciones consigo mismos, con sus familias y con los otros.
Vivirían mejor los duelos y las tristezas; podrían sobrellevar flagelos como el matoneo y cultivarían una vida en sociedad mucho más empática. Incluyamos la cátedra de Nutrición; formando personas sanas, que tienen claro que comer y en qué cantidad.
Sería vital para su salud y el desarrollo de sus cuerpos. También podríamos dar clases de Creatividad e Innovación; cuantos problemas tiene todavía la humanidad sin ser resueltos, como mejorarían las condiciones de sus territorios, convirtiéndose en grandes generadores de soluciones.
Una educación sustentada en Convivencia y Valores; parámetros para entender la naturaleza cívica de la sociedad, la responsabilidad ciudadana y el respeto por las instituciones y las personas.
Dotar a los alumnos de herramientas en Comunicación y Oratoria; cientos de ideas, frases y argumentos que necesitan estructura; interactuar en las redes sociales y en los medios convencionales; saber hablar con claridad y elocuencia. La cátedra de las Ventas; en un mundo globalizado e interconectado, las ideas y los emprendimientos requieren saber fijar valor a los productos y servicios y entender cómo se comercializan.
Pero también se necesita mucha Inteligencia Financiera; llevar la economía propia, los gastos del hogar y las finanzas del negocio; la cultura del ahorro y el crédito, con estudiantes que entiendan como se trabaja y se invierte para generar capital y riqueza. Y finalmente, la más importante para mí sería la materia de Meditación y Felicidad; cuan urgente es hoy cultivar la espiritualidad. Asumir que nuestra misión en la vida es ser felices y hacer el bien. Aprender a interiorizar las fortalezas y trabajar en mejorar las debilidades, llevando una vida con armonía.
Sin duda, esta pausa obligada en la manera como veníamos aprendiendo, asistiendo a clases y obligados a evacuar planes de estudio innecesarios; se ha visto amenazada por la entrada abrupta de la virtualidad. Sin embargo, algunos futuristas proyectan que para el año 2031, los sistemas de aprendizaje virtual serán la base total de la educación, desaparecerán los salones de las escuelas y la pregunta que nos queda es si vamos a querer aprender de memoria los datos que hoy se encuentran en segundos a través de Google o mejor buscamos enseñarle a los alumnos de las siguientes generaciones, habilidades para la vida, que nos formen no para competir, sino para construir entre todos, un mundo mejor. Se los digo por experiencia.