Columnista: Luis Miguel Gómez Henao. Comunicador Social – Publicista Analista de comunicación política.
Puede sonar extraño viniendo de alguien que no está ni estará de acuerdo con la actual administración municipal, pero ante la grave situación de ingobernabilidad y los constantes errores del alcalde Carlos Mario Marín, el mejor camino para la ciudad es que diferentes sectores le ayuden para evitar el desastre que se avecina con su mandato.
Lo peor que le podría pasar a Manizales, en este momento de pandemia y crisis, es una alcaldía fallida que tenga como desenlace una revocatoria del mandato o una destitución. No se nos puede olvidar el trauma que le produjo a la ciudad la destitución de Jorge Enrique Rojas en 1999, o el grave impacto que tuvo para el departamento de Caldas la interinidad generada por la suspensión de Guido Echeverry.
Marín es una víctima de si mismo, de su inexperiencia, de su carácter inestable y de su soberbia. Sin embargo, más de 75 mil manizaleños confiaron en él y hoy la ciudad no tiene otra alternativa que aceptar las decisiones que se tomen desde la administración municipal. Fueron varias las personas y grupos que apoyaron al exconcejal verde en su camino a la alcaldía y hoy es imperativo que asuman su responsabilidad lo ayuden para evitar un escenario oscuro en nuestra ciudad.
La familia Espejo no es la única que le habla al oído al alcalde. Otras personalidades de gran influencia lo han acompañado y asesorado desde la campaña y es hora de que saquen a relucir su experiencia y le den auxilio para que pueda salir de los embrollos en los que está metido.
Hay que apelar a la pericia política de los Lizcano para que le expliquen cuales son las consecuencias de sus decisiones y le hagan ver que una alcaldía no es un negocio de barrio; Hay que pedirle al gerente de la Licorera y ex alcalde Luis Roberto Rivas que lo capacite en temas ejecutivos y le enseñe a gestionar proyectos; Hay que solicitarle al partido de la U que le haga entender que no se pueden hacer 17 cambios de gabinete en 6 meses sin que haya consecuencias y sin que la ciudadanía lo perciba como una grave crisis de inestabilidad institucional.
Pero muchos otros sectores pueden ayudarle a Marín. Por ejemplo, en un acto de generosidad con la ciudad, la ESAP podría ofrecerle un curso de refuerzo sobre gestión pública al alcalde para explicarle que no puede decir “yo veré cuanto les pago a mis funcionarios”, pues él y esos funcionarios son servidores públicos cuyos salarios se pagan con los impuestos de todos los manizaleños.
Marín necesita ayuda urgente pues está totalmente desorientado. Las constantes demostraciones de su incapacidad y torpeza para dirigir los destinos de la ciudad ameritan que se le ayude con prontitud antes de que las consecuencias de una administración, hasta ahora deficiente y caótica, sean peores para la ciudad.
Por mi parte ofrezco mi ayuda y mis humildes recomendaciones, si en algún momento son requeridas, para que la Unidad de Prensa deje de cometer errores y entienda cual es la importancia de una comunicación asertiva y un buen relacionamiento con los periodistas. Hay muchos colegas con experiencia en el tema que podrían con gusto orientar a la jefe de prensa y su inexperto equipo en estos temas.
El barco está a la deriva con un capitán incapaz. Aunque suene paradójico, hay que ayudarle a Marín.